Guía, facilitador, intérprete, colaborador, asesor, monitor, orientador, canalizador de la información son algunos de los términos que hemos usado en el primer módulo para referirnos a los docentes y a su papel ahora, en esta nueva etapa de la educación en la que nos hallamos. Y los definimos así en contraposición con el papel autoritativo y unidireccional que los profesores tenían antes, en el sistema tradicional.
Por su parte, el rol del estudiante ha cambiado también: ahora los alumnos participan activamente en la creación de contenidos, en el proceso de aprendizaje-enseñanza, compartiendo con sus compañeros y maestros, y ofreciendo su “feedback” mientras establecen relaciones no limitadas al tiempo y lugar de la clase.
Las TIC y la evolución de lo que ser profesor supone fueron parte de los debates de la primera parte del curso. Y la opinión mayoritaria es que el cambio no supone una pérdida de valor de lo que el maestro hacía y debe hacer, sino que ha habido un desplazamiento hacia una comunicación más fluida, una colaboración recíproca, constructiva, más motivadora y significativa. Las nuevas definiciones del docente, expuestas al principio de este artículo, son claramente positivas, enriquecedoras y amplificadoras. En relación con esta valoración, el artículo What Students Need from Teachers responde a la idea de que ya no enseñamos contenidos, sino que nuestra tarea va más allá. Aunque la autora es profesora de 6º grado (6º de Primaria en España), nos sirve para reflexionar.
Otra de las cuestiones que debatimos es el uso de las TIC como herramientas muy útiles y ahora imprescindibles al servicio de la enseñanza de lenguas. Muchas fueron las opiniones expresadas al respecto: ¿por qué hacer en digital algo que funciona y bien en analógico?, ¿qué hacer con el miedo que sentimos ante lo que no dominamos?, ¿qué pasa cuando la “técnica (el servidor, la página no carga...)” falla? A pesar de lo que no podemos controlar, coincidimos en las ventajas y preferimos el uso de internet y sus múltiples posiblidades cuando sea necesario, conveniente, rentable, productivo y significativo. Añadiría a esto el componente afectivo y el carácter motivador que para los alumnos supone “trabajar” en un medio en el que se sienten cómodos o que es su favorito. Sin duda llegamos más a ellos y aprenden mientras ponen en práctica y experimentan lo que aprenden (el objetivo de nuestras clases) con lo que ya dominan (los medios: ordenadores, iPod, iPad...) Este chiste me parece que lo explica claramente.
Alan November, uno de los pensadores más prestigiosos del uso de la tecnología en educación, propone crear una nueva cultura de la enseñanza y del aprendizaje que me parece que tiene mucho sentido. November ofrece la contraposición entre los que hemos aprendido con papel y los chicos y chicas de ahora que están creciendo inmersos en la era digital: para ellos el sentido de los límites de la información, donde ir a buscar respuestas, cómo conectar con el mundo es diferente a lo que nosotros hacemos. Ellos hablan esta lengua, nosotros la hablamos también, pero “con acento”.
Alan November confiesa que “pensaba que sabía mucho de educación. Pero cuanto más viajo y cuanto más veo, me doy cuenta de lo poco que sé, lo cual resulta difícil de aceptar”. El propio November propone ideas para hacer pensar, más que soluciones, y hablaba de plantearse “verdades fundamentales” que ya no funcionan. Resumiendo, él presenta, como nuevo marco del aprendizaje, enseñar a los alumnos a usar internet enseñándoles a pensar y a discriminar lo que encuentren en la red (da el ejemplo de un chico de dieciséis años que creía que el holocausto nunca existió porque así lo encontró en internet). Otra propuesta es animar a los profesores a compartir sus historias y experiencias, a no vivir aislados, sino compartir su sabiduría y conocimientos para beneficio de todos. (Algo así hicimos nosotros en el foro de presentación y con las posibilidades de Google.)
Una idea de November que me hace pensar y que conecta con lo tratado en el módulo anterior es que el gran cambio que viene no es en tecnología, sino en las relaciones. Poner a la gente en contacto es el gran cambio. Confieso que no he podido encontrar la fecha de publicación de este artículo y no sé si es de antes de Facebook y demás redes sociales, pero creo que tiene eco en nuestro curso en tanto en cuanto este nuevo modo de enseñar y aprender se basa precisamente en esas relaciones y en cómo las establecemos. Alan November hace hincapié en que “la verdadera revolución es acerca de la información y las comunicaciones. Lo que fluye a través de los cables, lo que fluye dentro de las cajas es más importantes que los cables y las cajas”. Por ello cree que hay que preguntarle a los profesores qué información quieren y qué relaciones quieren establecer y después decidir qué tecnología se compra. Mi interpretación es que primero necesitamos saber qué necesidades queremos cubirir y después decidiremos con qué ordenador, pizarra digital, etc., lo haremos.
Por su parte, el rol del estudiante ha cambiado también: ahora los alumnos participan activamente en la creación de contenidos, en el proceso de aprendizaje-enseñanza, compartiendo con sus compañeros y maestros, y ofreciendo su “feedback” mientras establecen relaciones no limitadas al tiempo y lugar de la clase.
Las TIC y la evolución de lo que ser profesor supone fueron parte de los debates de la primera parte del curso. Y la opinión mayoritaria es que el cambio no supone una pérdida de valor de lo que el maestro hacía y debe hacer, sino que ha habido un desplazamiento hacia una comunicación más fluida, una colaboración recíproca, constructiva, más motivadora y significativa. Las nuevas definiciones del docente, expuestas al principio de este artículo, son claramente positivas, enriquecedoras y amplificadoras. En relación con esta valoración, el artículo What Students Need from Teachers responde a la idea de que ya no enseñamos contenidos, sino que nuestra tarea va más allá. Aunque la autora es profesora de 6º grado (6º de Primaria en España), nos sirve para reflexionar.
Otra de las cuestiones que debatimos es el uso de las TIC como herramientas muy útiles y ahora imprescindibles al servicio de la enseñanza de lenguas. Muchas fueron las opiniones expresadas al respecto: ¿por qué hacer en digital algo que funciona y bien en analógico?, ¿qué hacer con el miedo que sentimos ante lo que no dominamos?, ¿qué pasa cuando la “técnica (el servidor, la página no carga...)” falla? A pesar de lo que no podemos controlar, coincidimos en las ventajas y preferimos el uso de internet y sus múltiples posiblidades cuando sea necesario, conveniente, rentable, productivo y significativo. Añadiría a esto el componente afectivo y el carácter motivador que para los alumnos supone “trabajar” en un medio en el que se sienten cómodos o que es su favorito. Sin duda llegamos más a ellos y aprenden mientras ponen en práctica y experimentan lo que aprenden (el objetivo de nuestras clases) con lo que ya dominan (los medios: ordenadores, iPod, iPad...) Este chiste me parece que lo explica claramente.
Alan November, uno de los pensadores más prestigiosos del uso de la tecnología en educación, propone crear una nueva cultura de la enseñanza y del aprendizaje que me parece que tiene mucho sentido. November ofrece la contraposición entre los que hemos aprendido con papel y los chicos y chicas de ahora que están creciendo inmersos en la era digital: para ellos el sentido de los límites de la información, donde ir a buscar respuestas, cómo conectar con el mundo es diferente a lo que nosotros hacemos. Ellos hablan esta lengua, nosotros la hablamos también, pero “con acento”.
Alan November confiesa que “pensaba que sabía mucho de educación. Pero cuanto más viajo y cuanto más veo, me doy cuenta de lo poco que sé, lo cual resulta difícil de aceptar”. El propio November propone ideas para hacer pensar, más que soluciones, y hablaba de plantearse “verdades fundamentales” que ya no funcionan. Resumiendo, él presenta, como nuevo marco del aprendizaje, enseñar a los alumnos a usar internet enseñándoles a pensar y a discriminar lo que encuentren en la red (da el ejemplo de un chico de dieciséis años que creía que el holocausto nunca existió porque así lo encontró en internet). Otra propuesta es animar a los profesores a compartir sus historias y experiencias, a no vivir aislados, sino compartir su sabiduría y conocimientos para beneficio de todos. (Algo así hicimos nosotros en el foro de presentación y con las posibilidades de Google.)
Una idea de November que me hace pensar y que conecta con lo tratado en el módulo anterior es que el gran cambio que viene no es en tecnología, sino en las relaciones. Poner a la gente en contacto es el gran cambio. Confieso que no he podido encontrar la fecha de publicación de este artículo y no sé si es de antes de Facebook y demás redes sociales, pero creo que tiene eco en nuestro curso en tanto en cuanto este nuevo modo de enseñar y aprender se basa precisamente en esas relaciones y en cómo las establecemos. Alan November hace hincapié en que “la verdadera revolución es acerca de la información y las comunicaciones. Lo que fluye a través de los cables, lo que fluye dentro de las cajas es más importantes que los cables y las cajas”. Por ello cree que hay que preguntarle a los profesores qué información quieren y qué relaciones quieren establecer y después decidir qué tecnología se compra. Mi interpretación es que primero necesitamos saber qué necesidades queremos cubirir y después decidiremos con qué ordenador, pizarra digital, etc., lo haremos.
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